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Dos cigüeñas adultas y varios cigoñinos otean el campo castellano en la provincia de Burgos desde su nido, que son tres, uno encima de otro, hasta componer el nido más viral de la provincia. La torre de Pisa castellana, según el influencer burgalés Carlo Cuñado. El nido era ampliamente conocido por los vecinos de la comarca del Arlanza, cerca de Lerma y Quintanilla del Agua, pero las redes sociales lo han hecho popular a otros niveles. No solo porque son tres nidos, uno sobre otro, que pesan más de una tonelada, sino por la pequeña torre inclinada sobre la que se asientan. Puede parecer una estructura abandonada en medio de una finca de cultivo, pero no es así. Detrás de la imagen viral se esconde una historia que liga esta construcción, humana y animal, con el empresario ya fallecido José María Ruiz-Mateos, Nueva Rumasa, y, ahora, con el 'rey de la patata', el burgalés Nicolás Serna.
Serna, productor y agricultor de Montorio, recibió en 2024 el Premio Nacional de la Patata otorgado por la Revista Campo. Ahora él es el propietario de esta finca de cultivo y también lo es del edificio sobre el que se asientan los nidos. Él fue quien colocó un cable para impedir que siguiera cediendo la estructura y quien echó hormigón para asentarla.
El edificio, con la pequeña torre inclinada, se encuentra en una finca de cultivo que Serna siembra ahora de patata y cereal. La patata la siembra cada tres o cuatro años por la rotación de cultivos. El edificio albergaba los cables y el sistema eléctrico de una bomba que extraía agua de un pozo, pero cuando Nicolás Serna compró la finca, este ya no funcionaba. Él adquirió los derechos del terreno en 2012. Era propiedad de Nueva Rumasa. En 2011, Back in Business formalizó la compra del grupo Nueva Rumasa, propiedad de la familia Ruiz-Mateos y en concurso de acreedores. Finalmente, en 2015, Nicolás Serna compró la finca. «Era un terreno referente a nivel europeo por la calidad de la leche que daban sus vacas porque se las había cruzado con un toro de Canadá. También había cerdos, pero los animales morían aquí porque no les daban de comer, lo tenían abandonado», recuerda Serna a Burgosconecta.
2011: Nueva Rumasa, propietaria de la finca, tiene una deuda de 700 millones de euros
Febrero de 2011: Las 10 mayores empresas de Nueva Rumasa se acogen a la ley concursal para evitar una inminente suspensión de pagos.
2011: Back in Business formaliza la compra del grupo Nueva Rumasa, propiedad de la familia Ruiz-Mateos, en una operación de 1.500 millones.
2012: Nicolás Serna adquiere los derechos de la finca. Era un referente a nivel europeo por la calidad de la leche de sus vacas, pero ya estaba en declive.
2015: Nicolás Serna compra la finca con el edificio y el nido, pero sin inclinación.
2016: Un año de lluvias intensas provoca que el terreno ceda y con él la estructura. El edificio se inclina, pero el nido sigue ahí. Se coloca cable y hormigón para intentar estabilizarlo.
Cuando en 2015 este agricultor y productor burgalés compró la finca ya existía este edificio, y también el nido. La gente de la zona asegura que lo recuerdan ahí desde siempre. Sí es cierto que antes era más pequeño, pero las cigüeñas han ido engrandeciéndolo en cada temporada. Ahora es una inmensa estructura de tres nidos y un peso que puede superar la tonelada. Uno de los nidos de cigüeñas más grandes que se registran.
La construcción y el nido ya estaban allí, pero no estaban inclinados. El mito comenzó a hacerse más grande en 2016. «Ese año llovió mucho y se ve que esto no tiene buenos cimientos, así que empezó a ceder. En ese momento, decidimos poner un cable que rodease la torre y anclarlo, pero seguía inclinándose, así que echamos hormigón en la base. Parece que se ha estabilizado, aunque esté inclinado, pero no sabemos cuánto puede durar así», recuerda Serna.
La intención de este burgalés no era solo estabilizar el edificio, también buscaba proteger el nido, que no se cayese. «Desde el primer momento hemos querido proteger el nido. A mí me gustan mucho los animales y es que, además, estas aquí no me hacen ningún daño», reconoce. «Desde el minuto uno también he dado aviso al Servicio de Medio Ambiente para que esté protegido y controlado», añade. Ahora está preocupado por el aumento de visitantes que está teniendo este punto. «No tengo inconveniente de que la gente lo vea, pero que lo haga con conciencia», reconoce. Serna pide que se respete a los animales, que no los molesten y lo observen a distancia, y también que entiendan que esto es una finca privada.
«El otro día estaba jugando a los bolos en el pueblo y una persona me dijo que había visto a uno dar la vuelta en mitad de la carretera para acceder, también vimos a otro chaval que quería trepar al nido», ejemplifica Serna.
Cada temporada, las cigüeñas aportan material para su nido, muchas regresan al mismo. Así, año tras año, estos nidos pueden crecer hasta convertirse en lo que observamos aquí en Burgos. En muchos puntos, como iglesias, se puede ver cómo se han puesto pinchos o estructuras para disuadir a las cigüeñas de construir ahí. Lo que se recomienda desde SEO/BirdLife es que se instalen plataformas específicas para que sean el soporte del nido y se retire material de estos cuando las aves no estén nidificando.
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