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Natalia Torices, conocida como la reina de la burundanga, declarará ante el juez de la Audiencia Provincial de León en la última sesión del juicio, prevista inicialmente para el próximo 23 de mayo.
Con gran expectación la procesada llegaba a la Audiencia minutos antes de las 9:20 horas de la mañana de este 19 de mayo, según anuncia Leonoticias. Con una mascarilla, para tapar partre de su rostro, y las manos cubriendo sus ojos, la acusada ha entrado por la puerta principal para la primera sesión del juicio en el que se defenderá de varios delitos de tentativa de homicidio, lesiones, robo con violencia, estafa y falsedad documental. El Ministerio Fiscal pide una pena de más de 17 años y seis meses de prisión por todos ellos.
En este inicio de sesión, Torices ha solicitado declarar en la última sesión del proceso. Un derecho de los acusados para poder defenderse en su intervención de las declaraciones de todos los testigos que hayan pasado por la sala. Sin oposión por parte del resto de letrados el magistrado de la sala aceptó la petición.
La defensa de Torices ha presentado diversas cuestiones previas, entre ellas la nulidad de parte de las pruebas y actuaciones procesales por supuesta vulneración de plazos y derechos. El tribunal ha señalado que estas cuestiones serán valoradas en sentencia.
El juicio, aún en marcha, ha comenzado a arrojar detalles que apuntalan la gravedad de los hechos por los que se juzga a Torices. En esta primera jornada, el tribunal ha reproducido la declaración judicial en audio de una de las víctimas clave: J.A.G.M., ya fallecido, quien relató cómo «fue engañado» durante años por la acusada bajo la excusa de una «grave enfermedad». Según su testimonio, le prestó más de 195.000 euros, convencido de que se destinaban a un supuesto tratamiento oncológico. La relación de confianza se transformó en sospecha cuando, tras reclamar el dinero, comenzaron episodios de envenenamiento. J.A.G.M. ingresó en marzo de 2018 en el hospital por una intoxicación con escopolamina tras un encuentro con Natalia Torices.
La sesión también ha contado con la declaración de R. M., esposa del fallecido, quien describió cómo Natalia se integró en su familia «como una hija más», manteniendo una estrecha relación con sus hijas. A través de excusas económicas y supuestos bloqueos bancarios, Natalia fue obteniendo importantes cantidades de dinero. La testigo sostiene que jamás sospecharon que «el dinero pudiera estar destinado al juego», como más tarde se descubrió.
Por su parte, L. G. M., hija del matrimonio y también víctima, relató de cómo sufrió tres intoxicaciones tras consumir bebidas que, asegura, fueron manipuladas por Natalia. Afirmó haber perdido la conciencia durante horas y sufrir graves secuelas desde entonces, tanto físicas como emocionales. También denunció haber sido víctima de un acceso indebido a su cuenta bancaria, de la cual Natalia habría extraído dinero sin consentimiento.
Otra de las víctimas que este lunes ha declarado en la Audiencia Provincial de León narró cómo, tras acompañar a la acusada a ver un coche, sintió un «malestar repentino» tras una consumición compartida y terminó ingresado en la UCI. Asegura que Natalia pidió las bebidas y que él notó «los efectos poco después de tomarlas».
A lo largo de esta primera jornada, también ha declarado S.G.M., segunda hija del fallecido, quien ha reafirmado la cercanía que Natalia mantenía con su familia. S.G.M. narró cómo fue testigo del primer episodio en el que su padre, tras compartir un momento con la acusada, se desplomó en el sofá de casa y fue trasladado de urgencia al hospital. «Pensé que era un ictus», declaró, asegurando que Natalia, lejos de mostrarse alarmada, «llamaba constantemente» pero no acudió al centro médico alegando estar en tratamiento por cáncer.
S. también relató cómo su hermana, en otro episodio, sufrió una intoxicación severa tras consumir una bebida servida por Natalia, quien, según dijo, no prestó auxilio en ningún momento. La testigo negó haber visto jamás a la acusada jugar al póker, y explicó que su familia mantenía una cuenta de ahorros en la que, tras las convivencias con Natalia, comenzaron a detectarse movimientos no autorizados, incluyendo retiradas de efectivo.
«Nos quitó dinero de la cartilla, que nuestra madre nos iba ingresando», aseguró. También expuso que Natalia se movía con ropa de marca pese a haber asegurado siempre que vivía en condiciones precarias, y que usó reiteradamente la supuesta enfermedad como coartada ante su entorno. «No nos podemos creer que una persona que acoges como una más pueda hacer eso», afirmó.
Otro de los testimonios clave fue el de S.V.L, hermana de A.V, la ex pareja de Natalia, quien aseguró haber sido también víctima de una intoxicación por parte de Natalia Torices. S.V relató que, tras quedar con la acusada para ayudarle a configurar un móvil, acudieron a una sucursal bancaria donde retiraron 9.000 euros en varios sobres, presuntamente destinados a cambiarlos de cuenta en un mensaje solicitado por el padre de S., aunque este negó posteriormente haber enviado tal mensaje.
Tras la retirada del dinero, ambas fueron a un bar, donde Natalia se ofreció a pedir las consumiciones. «El café sabía amargo desde el primer sorbo», recordó S.V. Poco después, comenzó a perder la visión, dejó de notar las piernas y cayó inconsciente. No recobró la consciencia plena hasta las siete de la tarde.
Fue trasladada a urgencias, donde los médicos le confirmaron que había ingerido «una droga de diseño». Según su testimonio, Natalia la dejó sola y drogada boca abajo en la cama. Al despertar, comprobó que su móvil había sido devuelto roto, sin WhatsApp ni rastro del supuesto mensaje con el que se justificó la extracción del dinero. «Me podía haber ahogado», afirmó con rotundidad. S.V añadió que nunca fue informada por Natalia Torices de que padeciera cáncer ni tenía conocimiento de su supuesta adicción al juego.
El vídeo de la cámara de seguridad de la entidad bancaria, una de las pruebas de la investigación de la Guardia Civil y que se proyectó este lunes en la sala, confirmó el momento exacto de la extracción de dinero y la entrega de los sobres, lo que reforzó su testimonio sobre lo ocurrido.
En la misma línea declaró A. V. L., ex pareja de Natalia y hermana de S. V. L., otra de las víctimas.
A.V conoció a la acusada en 2017 cuando ambas coincidieron en un equipo de fútbol, y mantuvieron una relación sentimental de unos ocho meses, llegando a convivir durante tres de ellos. Según su testimonio, Natalia le hablaba de un cáncer que supuestamente tenía «diagnosticado pero pausado», aunque nunca le aportó documentación médica. «Decía que jugaba, pero nunca la vi hacerlo», afirmó.
Recordó también un episodio tras la primera intoxicación de su hermana, cuando acudió a buscarla a casa de Natalia y la encontró desorientada y sin reconocerla. «Natalia me dijo que estaba borracha», explicó, aunque un mensaje posterior de una compañera de piso de su hermana advertía que su estado no era normal.
La acusada también le envió una factura de una agencia de viajes diciendo que su hermana había contratado un desplazamiento, algo que nunca se confirmó. En cuanto al teléfono móvil roto que Natalia devolvió tras ese episodio, esta aseguró que se le cayó en su coche y que su hermana se había puesto agresiva.
A.V confesó que llegó a pensar que en ocasiones era la madre de Natalia quien respondía a sus mensajes, lo que le generaba aún más confusión.
Durante el interrogatorio de la defensa, negó recordar haber visto jugar a la acusada o haber presenciado prácticas relacionadas con apuestas, y apuntó que uno de los médicos que trató a su hermana planteó la posibilidad de que hubiese sido drogada con burundanga.
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