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No se puede decir que el Real Valladolid no conozca la fórmula para volver a Primera División por la vía rápida. Los dos descensos anteriores ... a Segunda (2021 y 2023) agudizaron la necesidad blanquivioleta por retornar a la élite y el Pucela vivió un breve paso por el infierno.
También está el reverso de este argumento.
No se puede decir que el Real Valladolid conozca últimamente la fórmula para sostenerse en Primera. Los dos últimos ascensos (2022 y 2024) han llevado aparejados descensos inmediatos, en un peligroso ejercicio de inestabilidad deportiva porque la flauta del éxito en Segunda puede dejar de sonar. Las fiestas por volver a la máxima categoría acabaron en decepciones colectivas meses más tarde.
La nueva propiedad norteamericana del Real Valladolid debe conjugar ahora dos necesidades inextricable. Por un lado, la de recuperar la ilusión tras una campaña infame con otro rebote raudo a Primera.Por el otro, encontrar el modelo más apropiado para asentar la estabilidad perdida.
Ese modelo tendrá mucho que ver con la apuesta que haga la dirección deportiva. El proceso. El cómo. El Real Valladolid se hipotecó tanto hace dos campañas para lograr el ascenso que pagó un altísimo precio: el de su peor campaña en Primera División.
Las cesiones con opción de compra obligatoria dejaron herido de inicio al Real Valladolid. El club blanquivioleta tuvo que comprar a jugadores como Stipe Biuk (cuatro millones, según datos de Transfermarkt) o Víctor Meseguer (tres millones) que no tenían hueco en Primera División y que salieron cedidos, y a otros como Amath Ndiaye (2 millones) o André Ferreira (1 millón), con resultados discretos esta última campaña, al igual que Stanko Juric (950.000 euros) . Sólo el desembolso para hacerse con Raúl Moro en propiedad (2,5 millones) supuso una buena inversión que el Real Valladolid multiplicará con un próximo traspaso del extremo.
Como señala un directivo del mundo del fútbol, «el Pucela ha ascendido hipotecado últimamente». «El premio del ascenso incluía ya el paquetito del descenso. El Real Valladolid gastó mucho dinero el pasado verano, hasta el punto de hacer historia. Lo que sucede es que lo ha malgastado».
La dirección deportiva blanquivioleta, con Domingo Catoira como figura visible, y la gerencia global de fútbol, con Bruno Mazziotti como responsable, cerraron múltiples operaciones con opciones de compra obligatoria en caso de ascenso. La idea imperante entonces era que todos esos refuerzos ayudarían al equipo a subir. La realidad es que también le empujaron a bajar, porque el Real Valladolid compensó tanto gasto en su plantilla con las ventas de Monchu Rodríguez al Aris de Salónica (3,6 millones), de Enzo Boyomo a Osasuna (5 millones) y, ya en el mercado invernal, los traspasos de Lucas Rosa al Ajax de Ámsterdam (3 millones)y de Kike Pérez al Venezia (1 millón), más los 6 millones que recibió del Manchester City en la salida forzada de Juma Bah tras el polémico abono de su cláusula de rescisión por parte del club inglés. Todos estos factores debilitaron tanto a la plantilla que acabó firmando sus peores registros en la élite, con múltiples plusmarcas negativas.
La nueva propiedad del Real Valladolid debe decidir ahora si vuelve a hipotecarse en busca del ascenso con fichajes que permitan el brinco de vuelta a la élite o efectúa una apuesta más sostenida en busca de la detección de talento joven que permitan generar plusvalías en el futuro. Los inversionistas agrupados en el fondo Ignite y representados porel mexicano Gabriel Solares, cabeza visible del proyecto, han efectuado un desembolso económico con la idea de encontrar retorno en el futuro. Ronaldo Nazário, el anterior presidente y máximo accionista, quería vender el Real Valladolid por una cifra cercana a los 80 millones, un precio que resultó imposible para un 'club ascensor' como el actual. Para que la inversión se multiplique en el futuro, los nuevos propietarios necesitan una fórmula para volver a Primera División y consolidar al club en la élite.
Para ello, resultará clave la próxima dirección deportiva y la elección del nuevo entrenador. Al modelo de club que establezcan los nuevos dueños habrá que unir el de la idea de juego que se plasme sobre el césped. En Segunda, el Real Valladolid está obligado a exhibir un planteamiento antagónico al que mostrado este curso y no resultará válida la opción de plantear un bloque bajo y esperar acontecimientos. El perfil más idóneo pasa por técnicos con idearios ofensivos. Si el retorno a Primera vuelve a consumarse en 2026, algo que no será fácil, llegará el reto de seguir la estela del ascenso sin sufrir un nuevo descenso.
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