

Valladolid misteriosa
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Valladolid misteriosa
La leyenda de la vallisoletana que abandonó el cristianismo tras ser capturada y casarse en ArgeliaLa leyenda de la vallisoletana Águeda de Acevedo tiene su origen tras un hecho histórico de gran repercusión en Valladolid, la abdicación de Carlos V ... en 1556. El emperador se había enfrentado al Imperio Otomano y los españoles habían sido expulsados de Argel en 1532, pero todavía mantenía el puerto argelino de Bugía, bajo el mando del capitán don Alonso Carrillo de Peralta.
En 1555, el rey de Argel, aliado turco, atacó Bugía y se apoderó de la ciudad. Carrillo de Peralta sobrevivió y consiguió regresar a España, pero fue acusado de cobardía y terminó ahorcado en la plaza Mayor de Valladolid en 1556.
A partir de la ejecución de Carrillo de Peralta y de la incesante lucha contra los otomanos, tuvo lugar la leyenda de la renegada de Valladolid, Águeda de Acevedo, que vivía en la céntrica calle de la Obra, junto a la Catedral.
Esta historia se hizo muy popular en el siglo XVII, conociendo después hasta ocho adaptaciones teatrales. En 1598 Pedro Herrero la publicó como 'La cautiva de Valladolid', en 1605 lo hizo Lorenzo de Avellaneda como 'La vida, conversión y muerte de Águeda de Acevedo, dama de Valladolid' y en 1637 Belmonte, Moreto y Martínez Meneses como la comedia 'La renegada de Valladolid'.
Cabe señalar que en aquella sociedad tan sacralizada había dos grupos religiosos: los moriscos, musulmanes convertidos a la fuerza en cristianos en España, y los renegados, cristianos obligados a convertirse en musulmanes en territorio otomano.
La primera versión conocida es de un pliego suelto de Mateo Sánchez de la Cruz, escrito en 1586: «En Valladolid vivía una dama muy hermosa, y su padre la tenía bien ataviada y honrosa. Esta tenía un hermano en gramática sapiente, aunque joven, buen cristiano siervo del Omnipotente. A Valladolid llegó de paso desde Bugía un capitán que se hospedó enfrente de la doncella, y al instante que la vió se encendió en amores de ella».
Una noche de 1555 el capitán la sacó en secreto de Valladolid y la llevó hasta Bugía, pero esta ciudad fue conquistada por los musulmanes y los renegados acabaron presos. Entre ellos destacaba la belleza de una mujer, que llamó la atención del bajá -almirante-, y fue embarcada hacia Argel y reservada para el gobernante.
A bordo de la nave, el bajá le agasajaba con buenas comidas y le proponía matrimonio, para lo cual ella debía renegar de la fe cristiana. Viendo su futuro incierto como cautiva, la mujer accedió a casarse y tuvo dos hijos, viviendo en la corte otomana veintiséis años y practicando los ritos de la religión de Mahoma.
Un día conoció a un español, Melchor, que había sido comprado por su marido como esclavo. Era un clérigo apresado a su regreso de Roma después de que las naves de los musulmanes atacaran su embarcación. En secreto, mantenía sus rezos diarios a la Virgen. Con el paso del tiempo, las sospechas de la mujer le llevaron a espiarle y le sorprendió rezando el rosario.
Admirada por su fe, se interesó por su persona, preguntándole cuál era su oficio en España y si estaba casado. El clérigo respondió que estaba casado con Dios y que era sacerdote. Ella se interesó por su ciudad de origen, pero él se negó a responderle. Deseosa de obtener noticias de su tierra la dama le confesó: «No me lo quieras negar, dilo ahora por mi amor, que aunque me ves aquí ahora turca, en Valladolid he sido rica y señora».
Al oír nombrar su tierra, el clérigo rompió a llorar desconsolado y le dijo que esa ciudad era donde había nacido y crecido. Ella le preguntó en qué calle vivía: «Respondió con gran dolor, con aflicción y zozobra vive mi padre y señor en la calle de la Obra. ¿Conoces a los Rosales, gente rica y principal? dijo; esos son mis tíos carnales».
Al momento comenzó a sospechar que el clérigo pudiera ser su hermano, pero quiso cerciorarse: «Le dijo: ¿tus padres cómo se llaman?. Le respondió: Juan de Acevedo, mi buen padre y señor; y mi madre Leonor Salcedo».
Confirmando su presentimiento le preguntó si tenía alguna hermana, a lo que le respondió que sí, pero que no conocía su paradero. La dama, reconociendo sus errores, se desmayó y fue atendida por el clérigo, al que abrazó y confesó ser su hermana. Después le pidió perdón por los años pasados renegando de Dios. La historia termina en Roma, donde acompañada de su hermano, obtuvo la absolución del papa y sus hijos se convirtieron a la fe cristiana.
Desde Valladolid misteriosa recordamos la leyenda del juicio que el demonio presidió en el convento de San Francisco.
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