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Los problemas de convivencia se multiplican en la cárcel de Perogordo, un diagnóstico en el que coinciden presos y funcionarios de prisiones, aunque lo expliquen ... por diferentes causas. Los trabajadores públicos relatan una situación de indefensión por unas políticas que son, a su juicio, demasiado bien intencionadas, lo que se traduce en la una falta de contundencia en las sanciones que debilita su autoridad. Lo cierto es que la conflictividad va a más; no solo los que llegan a las manos y a las noticias, sino un sinfín de peleas menores que han enviciado cada vez más el ambiente en la instalación.
«Esto es caótico, se nos va de las manos, es un sálvese quien pueda». Así resume la situación el representante de Tu Abandono Me Puede Matar (TAMPM), el sindicato mayoritario en una prisión con unos 300 presos distribuidos en diez módulos. Explica cómo lo que se observa como una falta de respeto a la autoridad en la calle, entre los muros se agrava. Agresiones, insultos y hasta violencia machista han llegado denunciar en sus protestas los representantes de los funcionarios de prisiones que trabajan en Segovia. «Delincuentes que faltan el respeto a la no autoridad», resume para recuperar una reivindicación histórica de los funcionarios de prisiones, ser como la policía, pues encarecería las consecuencias de las agresiones hacia ellos: de un fin de semana de aislamiento a un sumario de dos años de condena.
Otra reivindicación global es una pistola Taser. «Hay que ser moderno. No hay por qué entrar ahí a que nos partan la cara cuando se le podría inmovilizar a diez metros de distancia». La citada organización pide también más formación en defensa personal.
La chispa en un lugar como la cárcel de Segovia es muy corta y prende por algo tan rutinario como conminar a un preso a que cumpla una sanción en otro módulo y que se niegue. Entran los funcionarios a dialogar con él, se abalanza sobre ellos y los dos de baja. «Son chavales que están todo el día en el gimnasio y enseguida nos lesionan». El último incidente llegó a finales de mayo porque un preso propinó un cabezazo a un funcionario mientras le cacheaba tras una discusión con otro reo. Quizás el más aparatoso del año fue cuando un interno se negó a ir a aislamiento y prendió fuego al colchón mientras se protegía bajo la ducha.
El delegado de Tu Abandono Me Puede Matar atribuye en parte esa tensión latente a la presencia de presos conflictivos en módulos de respeto, unos espacios con más libertad, con actividades de meditación, acuarela o teatro. Lo explica por esa política de «buenismo» y la tendencia a mejorar las estadísticas situando a los presos «camuflados» de primeros grados con una catalogación más leve. «No tenían que estar en una prisión chiquitita como es esta de Segovia». Una estructura pensada para una cárcel de jóvenes –hasta 21 años–, con muros pequeños y unas cincuenta celdas por módulo, un tercio menos que en una más grande. Menos internos y menos conflictos. «Esto es crudo para los internos que quieren cumplir su condena tranquilamente, el que iba borracho un día y ha tenido un accidente. Tengo a cuatro bichos de estos que me están extorsionando, robando, forzando, violando, cualquier cosa».
Los portavoces en la prisión de Perogordo de Tu Abandono Me Puede Matar tildan de «retiro espiritual» las sanciones de aislamiento. «Antes era a pelo; ahora cada vez se les permite más, les dejan tabaco, la tele y hasta les viene bien para quitarse de la multitud del patio». Piden quitar las pertenencias a estos reos, por ejemplo, el mechero, para que no provoquen incendios. Anteriormente, se permitía llevar tabaco, pero lo custodiaba el funcionario, que encendía los cigarrillos.
Sindicato Tu Abandono Me Puede Matar
El sindicato alerta de que, como consecuencia a esa falta de contundencia, están entrando drones a la cárcel. «Un viernes a las 4 de la mañana se vio cómo sobrevolaba la prisión», relatan. Un medio para dejar drogas o teléfonos. «Y esperemos que no descarguen algún día una pistola», añaden esas fuentes representantivas de los funcionarios.
El dispositivo sigue unas coordenadas concretas: en otras prisiones han detectado que va directamente a la ventana del preso. O lo deposita en una esquina del patio. «Como estos son los mundos de Yupi, no se pueden poner inhibidores o cambiar la ventana de rejas por una chapa con agujeritos», lamentan en el sindicato.
Otro elemento de la inestabilidad es el cambio en los mandos: cuatro directores en tres años, con diferentes proyectos. Esto se traduce en variaciones de actividades y horarios, algo tan elemental como la hora en la que pueden bajar al patio o usar la piscina. La Central Sindical Independiente (CSIF) subraya que lo que ocurre en la prisión de Segovia no es algo aislado. «Cada vez nos estamos encontrando con más casos en que los internos se niegan a cumplir las normas de funcionamiento de una prisión».
Su delegado en Perogordo habla de «un buenismo imperante» porque «se suele sancionar por debajo de lo que se debería», una tendencia que lanza un mensaje: «Entienden que sus acciones no tienen consecuencia, así que siguen haciéndolas». En segundo lugar, que las sanciones sean efectivas. «No puede ser que una persona llegue a aislamiento hoy y salga mañana».
Ante este contexto, la representación en la cárcel de Segovia de la Central Sindical Independiente de Funcionarios coincide en la falta de medios coercitivos para sofocar un incidente, por eso es quien ha encabezado la batalla por la pistola Taser. «Vamos sin nada, acudimos con guantes y con un walkie».
Central Sindical Independiente de Funcionarios (CSIF)
El sindicato alerta del aumento de incidentes en el último lustro. «Lo vivimos constantemente. En los módulos más conflictivos andamos con cirios todas las semanas, en mayor o menor medida. Los altercados que no lesionan a los compañeros no se conocen, pero hay muchos de este tipo», hacen hincapié en la desprotección que siente el personal.
Más agresiones porque hay más conflictos. «Y si tienes que reducir a alguien para que se calme, lo normal es que te puedas llevar un guantazo, u otra cosa». Lo explica por ese «régimen de sanciones muy laxo» y porque los funcionarios no son agentes de la autoridad. «Si le ponen una multa y el interno se declara insolvente, ya está, solucionado».
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Unas condiciones de trabajo que también tocan a los salarios, que no se revisan anualmente. CSIF ha remitido un escrito a La Moncloa al respecto. «Llevamos acumulada una pérdida notable de poder adquisitivo de todos estos años atrasados», se quejan. La central subraya que la naturaleza de servicio esencial del funcionario de prisiones no tiene la visibilidad de otras profesiones. No hay críticas respecto a los efectivos en Perogordo, pues la plantilla está ajustada a las necesidades tras el último concurso.
La edición en Segovia de El Norte de Castilla ha tratado de recoger la opinión de la institución a través de la Subdelegación del Gobierno.
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